Antónimos graduales
Si estuvieras en el Guggen y te encontraras esta obra de Robert Motherwell,
¿qué pensarías?
¿Qué va primero? ¿El blanco? ¿El negro?
¿Existen los grises?
¿Es necesaria la oscuridad para que exista la luz?
Es gracioso verse de cuclillas, acercándose una mucho, buscando ese trocito de tierra blanco no conquistado por el enemigo.
A veces me da rabia que los cuadros sean estáticos. Me encantaría que hubiese un botón de play en medio para poder hacer clic y ver qué pasa justo después.
Estragos de la cultura millennial, supongo.
Me habría gustado mucho preguntar a Robert:
¿Al final quién gana?
¿Monarquía o República?
¿Se puede estar muerto a la vez que vivo?
¿Cuántas de las parejas que están cenando en este restaurante romperán? ¿Cuántas seguirán juntas? ¿Cuáles serán sus planes de futuro?
Si observamos bien, la vida está plagada de antónimos.
Opuestos que se atraen dejando en ocasiones, espacios intermedios maravillosos en los que poder estar.
Aunque sea un rato*.
*Me pido ser el gris-dentro-del-blanco de la esquina inferior izquierda.