Sandra. Nombre femenino de origen griego. Seis letras. Significado: la Protectora. Sí, con P mayúscula (o eso pone en internet). Mentiría si dijese que no me pega. Me pega porque a veces parece que camine con un escudo y armadura medieval. De esas que llevan malla debajo para proteger vientre y estómago. De ahí es de donde brotan las mariposas azules.
¿Y de qué te proteges, Sandra? Pues no lo sé. Supongo que el mundo es cada vez más hostil y yo cada vez menos confiada. El ejercicio de caparazón y defensa no va en una sola dirección. También protejo a los míos. Mucho. Quizás más que a mí misma. Ahí sí que saco las uñas de rajar gargantas, el bazuca y todo el arsenal militar conocido en la historia de la (in)humanidad. Cruz y raya. Juego, set y partido.
Pero ahí no queda la cosa.
¿Sabes qué nombre me quería poner mi padre?
Ahora verás qué fantasía.
¿Estás en una silla para no caerte de culito?
Bien.
Varinia. Sí, como el personaje de la peli Espartaco. [Gracias-mamá-por-parar-ese-tren]. A mí Varinia me suena a actriz porno del este. Lo gracioso es que tengo mucho más de monja que de pornstar. En fin, quién sabe. Quizás en otra vida estaría viviendo en Chequia rodando pelis de adultos para divertimento de un par de pajilleros.
De momento estoy aquí subida en este bus del infierno directa a producir durante 8 horas seguidas.
Tampoco parece muy buen plan pero el país no se levanta solo*.
*Ni yo tampoco sin despertador**.
**Sigo dormida.