El otro día me puse a escribir unos poemas para un certamen al que me quiero presentar y fui incapaz.
No me salía nada.
No podía teclear ni una sola letra.
Bloqueo total.
Creo que esto viene de la idea de ‘ponerse a escribir’.
Sentí una presión autoimpuesta que no sé describir del todo.
Puede ser que venga provocada por un ansia de buscar la perfección y por un miedo atroz a no ser suficiente (ya desde muy pequeña).
Al final toda esta vaina de Barraca Lab se está convirtiendo en una manera de enfrentar a esa niña perfeccionista que tenía que ser la mejor en todo (para contentar a quién???). La que tenía que ser la MVP de la temporada. La que sacaba las mejores notas. La que ganaba concursos literarios de jóvenes talentos. La que llegaba a todo. Aquella niña que tenía que ser la mejor en cualquier cosa que tuviera la palabra competición de por medio.
Sin embargo, cuando me quito toda esa presión y me desligo del resultado sí soy capaz de sacar adelante cosas. Gustarán más o menos pero en junio del mes que viene se cumple un año de esta newsletter que tantas conversaciones bonitas me ha dado.
Sí que puedo ser constante con algo pero tiene que ser a mi manera.
Caótica.
Dispersa.
Imperfecta.
Acabo de encontrar tu newsletter gracias al apartado de notas, y he llegado a este post en específico. Señales? Posiblemente, pero igualmente estoy contenta de haber llegado a ti en este momento de miedo a sentarme a escribir.
Me pasa muchas veces igual. No estás sola.