El año del pensamiento mágico
Libro escrito por Joan Didion e ilustrado por Paula Bonet (Random House)
La vida cambia deprisa.
La vida cambia en un instante.
Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba.
Así comienza El año del pensamiento mágico, como un rayo. Este libro narra todo lo que pasó después de que John, marido de Didion, falleciera a finales de diciembre de 2003. Todo ello mientras su hija, Quintana, estaba ingresada en el hospital Beth Israel North.
Vivir de recuerdos
No es un texto ágil ni emocionalmente fácil de leer. Hay bastantes saltos temporales. De hecho, la autora hace una especie de disclaimer al inicio de la obra: ‘en este caso las palabras no me bastan para encontrar los significados.’ Al revisitar hechos traumáticos, es como si las imágenes pasaran por un colador y solo nos pudiéramos quedar con los pedacitos que sobreviven.
Didion va poco a poco recordando lo que ha vivido junto a John. Cualquier cosa, ciudad y objeto es susceptible de desencadenar ‘el efecto torbellino’. Es decir, que Joan asocie ese algo a su marido. Está presente en algunas partes, un cierto sentimiento de culpa. La autora estadounidense cree que si hubiera hecho las cosas de otra manera, habría sido capaz de salvarlo. Realmente no habría podido hacer mucho más pero ella se autoconvence de que sí. La realidad era que John llevaba enfermo de corazón bastantes años y ya se había sometido a varias operaciones de riesgo en las que su vida había peligrado.
Porque no creía en la resurrección del cuerpo, pero aún así creía que, si se daban las circunstancias adecuadas, John volvería.
Estar al lado
Sumaban entre ambos más de 40 años de matrimonio. Los dos eran escritores. Los dos se ayudaban en su día a día. Se corregían los textos, se leían fragmentos, se daban ideas para los títulos de sus obras… Convivían, recorrían lugares exóticos, se sentaban a la mesa. Hacían todas esas cosas del estar al lado del otro. Estuvieron tan juntos que apenas conservaban cartas entre ellos.
Supongo que ninguna relación es idílica pero en esta obra nos llegan sobre todo, algunas de sus vivencias más amables. Cuando Didion ya no tiene a ese más uno con quien compartir, a ese otro a quien leerle, se encuentra con el vacío, el dolor, el silencio y un montón de objetos que es incapaz de tirar.
Llegó un momento de aquel verano en que me empecé a sentir frágil e inestable. Se me enganchaba una sandalia en la acera y eso me obligaba a correr unos pasos para evitar caerme. ¿Y si no lo evitaba? ¿Y si me caía? (…) …quién llamaría al taxi, quién estaría conmigo en urgencias? ¿Quién estaría conmigo cuando llegara a casa?
Escribir para sanar
Pienso que escribir sobre experiencias pasadas tiene cierto poder sanador. Aun así, no creo que publicar El año del pensamiento mágico fuera suficiente para curar todo ese dolor.
Lo que sí que espero es que todas esas letras fueran un pequeño bálsamo, un homenaje por todo lo vivido y compartido.
Nunca suelo volver a acudir a las dedicatorias de los libros pero esta vez sí lo he hecho (casi de forma automática) nada más teminarlo.
Aquí os la dejo:
Este libro es para John y para Quintana.