La gente está cansada y solo es lunes
Foto: Jose Bravo
Subo al bus como de costumbre. Doy los buenos días al señor autobusero pero recibo un silencio por respuesta. Ni siquiera un leve movimiento de cabeza. Ni siquiera una mirada amable que me anime a empezar este nuevo día. Bueno. Supongo que no le pagarán mucho pero la educación es lo último que se pierde. O era la esperanza. Ya no me acuerdo.
Me abro paso entre la gente en busca del bien más preciado de este trayecto: un asiento libre. Consigo reposar mi culo-carpeta en una de las sillas de plástico gris y rojo. No son muy cómodas. Tampoco pido que sean sillas Maison du Monde pero una se hace mayor y tiene dolor de espalda.
Hay un silencio sepulcral. Nadie habla. Todo el mundo mirando al móvil (esa extensión de nuestra mano). Esto me recuerda mucho a los metros de Praga. En ellos la gente no suele hablar. Son como una especie de biblioteca con ruedas donde nadie tiene que hacer shhh para que el tonto de turno se calle. Valoro muchísimo el silencio aunque no pueda volver a escucharlo.
No rompamos este momento.
Solo unos minutitos más, porfa.
¡Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!
El conductor acaba de pitar muy enfadado a un coche.
En fin.
La gente está cansada y solamente es lunes.