Poemas tinderianos (ellos)
1. Compendio de bios
Macho alfa busca chica alfa.
Chico, ¿qué dices?
No quiero chonis.
Las chonis a ti tampoco.
¿Vamos a la playa?
Vale. Lleva sombrilla, porfi.
Busco a mi media naranja.
Entera. Es entera, la naranja.
Vivo solo.
Algo que no todo el mundo puede decir.
Is anyone still able to have a decent conversation?
I don’t think so.
Apuesto a que sé cuándo es tu cumpleaños.
@policia
A veces la vida te da palos o te sorprende.
A veces las dos cosas. ¡A la vez!
Solo hay que jugársela.
Todo al rojo.
2. (S)expectativas
Te diría de quedarte pero tengo trabajo.
El chico de anoche
abre la puerta
y es la calle quien le peina
y le da los buenos días.
Y se marcha con la sonrisa pintada hacia abajo
porque
soñaba con preparar un desayuno
con naranjas exprimidas
con un croissant recién hecho
como el amor de la noche anterior
ese que fugaz empieza
y acaba con lo puesto
y sin desayuno para dos.
Las tragaperras del amor
Deslizo a la izquierda y a la derecha de forma semiautomática. Paro el juego por un instante y me pierdo visualizando un escaparate de una juguetería. Poso mis dedos en el cristal que el vendedor limpiará después acordándose de toda mi familia. Observo un montón de cajas de muñecos Ken. Sus cuerpos, prototípicos. Mismo molde: six pack - músculos - torso descubierto. Se nota que van al gimnasio regularmente. Mismo Ken pero en diferentes situaciones: Ken en la playa, en el hospital, en el gimnasio, Ken jugando a tenis, Ken de boda. La verdad es que casi todos me parecen iguales. Ninguno me convence del todo.
Un momento.
Una notificación.
¡Tienes un nuevo match en Tinder!
Jesús. 33 años. Ingeniero.
Parece majo.
A ver qué me cuenta.